– Manifiesta afecto, comprensión y aprobación a tus hijos en el día a día, aunque no les sientas tan receptivos como antes.
– Muéstrate orgulloso cuando cumplen con sus compromisos y obligaciones. Eso hará que se sientan valiosos y sigan con ese comportamiento. Sólo criticar sus fracasos provocará que se sientan inútiles y no aprenderán nada positivo de ello.
– A la hora de poner normas, implícales en su definición para que sean conscientes de la responsabilidad que conllevan y utiliza un tono afectuoso y cercano.
– Cuando incumplan las normas, no vaciles en aplicar las sanciones correspondientes. Ellos deben conocerlas con antelación y serán proporcionadas y coherentes.
– Cuando surja cualquier dificultad, pregúntales lo que piensan para solucionarla y, si es posible, llegua a un acuerdo que les comprometa.
– Si no razona y responde con malos modos, no aceptes seguir hablando y busca otro momento más adecuado. Si ha habido falta de respeto, exige una disculpa.
– Felicítale cuando sí es capaz de llegar a un acuerdo y cumplirlo.
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