– Por encima de cualquier otra consideración, intenta mantener abierta la vía del diálogo con sus hijos. Demuéstrales disponibilidad, apoyo y confianza. Necesitan tu comprensión y tu cariño, aunque no les guste que sus padres se lo demuestren abiertamente (delante de amigos, compañeros de clase…).
– Ten en cuenta que los chicos en esta etapa sienten la necesidad de diferenciarse, sobre todo de sus padres. No debes vivirlo como un rechazo personal; piensa que es parte de su proceso evolutivo y que, a pesar de estas manifestaciones, la familia sigue siendo lo más importante para ellos.
– Una característica fundamental de la adolescencia es el desarrollo de la propia identidad. Por eso es normal que los adolescentes vayan creando sus propios gustos y opiniones. Muchos conflictos familiares tienen que ver con aspectos tan sencillos como la ropa, su apariencia física o la forma de decorar su habitación. Se flexible en cuestiones que no son fundamentales para su
desarrollo, aunque no las comprendaa ni te gusten.
– Sin embargo, existen otros temas más relevantes (personas con las que sale, horarios de llegada a casa, estudios, etc.) que deben ser sometidos a normas y límites claros.
– Trata de conocer a sus amigos, por ejemplo, trayéndoles o llevándoles en coche al lugar de sus actividades (escolares, deportivas, cine, fiestas…)
– También es conveniente que conozcas a los padres de sus amigos y te pongas en contacto con ellos para hablar sobre la educación de sus hijos y, si es posible, establecer pautas comunes.
– En cualquier caso, no te angusties. Tus hijos están viviendo tantos cambios que, incluso los padres más preparados, atentos y comprensivos difícilmente pueden seguirles en este proceso.
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