– Invierte tiempo, esfuerzo y paciencia en resolver los problemas con tus hijos. En educación no existen “fórmulas mágicas”: no te engañes, el problema que ha llevado meses o años para consolidarse no se resuelve con una explosión de un momento o con una simple regañina.
– No crees un conflicto con tu hijo/a por cualquier cosa que te moleste en la convivencia diaria. Elige las cuestiones realmente importantes para discutirlas seriamente con tus hijos. Evitarás disgustos y a la larga, un ambiente tenso en tu familia.
– Escoge siempre un “buen momento” para afrontar la resolución de un problema con tus hijos: cuando todos estéis tranquilos, tengáis tiempo suficiente, haya una buena disposición para el diálogo…
– Al enfrentarte a un problema con tu hijo adolescente intenta discernir entre el enfado que te provoca el problema en sí mismo y los sentimientos negativos que acumulas fruto del conflicto.
– Evita entrar con tus hijos en “espirales de ofensas” y “pulsos” que no conducen más que al enconamiento de las posturas y al sufrimiento de ambas partes.
– Busca la negociación por todos los medios. Resuelve los conflictos de forma cooperativa y buscando una solución en que ganéis ambas partes.
– Si no es posible resolver un problema que ha llegado a una situación límite, no vaciles en utilizar tu autoridad de modo responsable.
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